Bueno, Daniel. Después de todo tu sufrimiento, no me quedan palabras.
Q.E.P.D.
Ya sólo quedamos cuatro.
Siempre fuiste una flor en alto contraste con el mundo.
[...]
Pero yo quiero demorarme en el pensamiento
de las livianas flores que son tu comentario piadoso
-suelo amarillo bajo las acacias de tu costado,
flores izadas a conmemoración en tus mausoleos-
y el porqué de su vivir gracioso y dormido
junto a las terribles reliquias de los que amamos.
Dije el enigma y diré también su palabra:
siempre las flores vigilaron la muerte,
porque siempre los hombres incomprensiblemente supimos
que su existir dormido y gracioso
es el que mejor puede acompañar a los que murieron
sin ofenderlos con soberbia de vida,
sin ser mas vida que ellos.
Jorge Luis Borges, "La Recoleta".